C uando e l estudioso se asoma a la trayectoria vital de la actriz, directora, diseñadora y pedagoga incansable que fuera Berta Martínez, cuando rememora los espectáculos bajo su conducción que tuvo el privilegio de disfrutar junto a aquellos otros en los cuales ella intervino como intérprete, las conversaciones interminables cuyo tema era, de común, el teatro; cuando examina las reseñas críticas de cada época y entrevista colegas que compartieron procesos y escenarios no hay cabida para otro sentimiento que no sea el asombro y la admiración. Sobre 1944 la familia Martínez López compuesta por ocho miembros: el matrimonio y sus seis hijos, emigran desde Yaguajay a La Habana, donde al único hijo varón le aguardaba un empleo y no era costumbre, entonces, la separación de las familias. Esto facilita que, siendo apenas una adolescente (había nacido en 1931), tres años más tarde, cumplidos los dieciséis, la joven procedente de una familia humilde del centro de la isla, espigada en un